miércoles, 21 de octubre de 2020

Volver al centro






Volver al centro, extraviarlo más no olvidarlo, retornar a lo que soy, al  núcleo del que emana éste fuego,  el mismo fuego que me abriga en las noches cuando son detestables y en las tardes cuando la luz del sol está ausente. 


Evitar volver a la sensación de abandono, evito  divagar en pensamientos inocuos. Entonces voy hacia las profundidades de mi torrente sanguíneo y me conjuro en silencio, entre flores, hierba  y humo. Hago el amor con mi piel y mi pelo, canto canciones rebeldes y bailo desnuda en mi centro.  


Si he de doler, que sea a los gritos, doler con furia y llanto iracundo, doler con rabia, doler en kilómetros de distancia, doler con lluvia bajo el cielo cuando parece colchón sucio. 


Pero volver al centro, a palpar y respirar la tierra, enterrar los pies hasta las piernas-troncos, sentir el cemento del patio, el pasto del jardín, las piedras de la calle.  Ir al infierno durante el día y  volver pasada la madrugada  a esa sabiduría  trágica y su aurora, cuando me despierta el martillazo de la conciencia nihilista que  descree  y duda de todo. Pero no dejar de creer en mí. 


Derribo las esperanzas obstinadas y las  ilusiones que no lo son más cuando me quedo conmigo. Me amarro  a mis sueños. Tan solo a ellos.  Perderme tan solo por instantes en la mente que no tiene eco ni canción . Doler con los rayos de sol, doler en forma de alud de barro, doler hoy para ya no doler mañana. 


 Estoy atrapada en esta avalancha de dulzura que me consume, a rastras llego a la orilla de ese mar inmenso que llevo adentro. Océano, pantano y río soy.


Lorena Pineda 

Buenos Aires primavera 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario