vengo sintiendo un pesimismo y cierta carencia de todo, creo que la pérdida del sentido de la lógica y la supervivencia entre lo absurdo no es nuevo para el ser humano. No nos son nuevas estas sensaciones de los últimos días. La guerra hace estragos en la vida de los hombres y mujeres, también en los territorios que ven nacer generaciones aún manchadas de sangre. La mía. Yo no habré escuchado un misil romper mi casa, no se si es parecido a ver romperse los sueños o saber cómo muere un héroe. Veo la grilla de series que entretienen al mundo y todo es violencia, robos, mafias, cocaína, whisky, qué bien se la pasa la gente de la televisión y la del cine, me digo a mi misma, esos robos millonarios increíbles, ¿quien no quisiera robar un banco y que salga todo bien? yo si he querido. Que mal la pasamos nosotros, encima encerrados, qué poca diversión tienen nuestros cuerpos, ya nada pasa en nuestras vidas inanimadas. Andamos riendo chistes viejos, suspirando músicas pasadas de cuando fuimos felices. Caminamos entre las sombras de los cuerpos que hemos compartido, recordando viejos amantes ¡si supieran que me estoy muriendo de ganas por besar a un hombre! agarrarlo del cuello y llevarmelo a los labios! los olores aun se guardan en esa bóveda que es la memoria, ya nada pareciera nos satisface, el mundo se ha amargado a pesar de ese cielo impío, por primera vez en cientos de años, las estrellas brillan más intensamente, hasta las veo más cerca, se ha limpiado el cielo gracias a la obscuridad de nuestros pensamientos guardados, gracias a la tortura de la ansiedad de no saber mañana, al martirio de la depresión de que sea siempre la misma mierda.
¿y esta es la vida? Preguntaría mi amigo astrólogo, ¡estar perdidos, siempre perdidos! , creernos merecedores de terribles castigos divinos y pandemias que vienen cuando las hojas caen de ese árbol que promete ampararnos, nosotros rebeldes estúpidos, para nosotros siempre ha sido el fuego del infierno. Así nos han dicho, Pero no, sigo creyendo que a pesar de nuestra miseria no debemos dejar que nos roben el deseo y la alegría. Dejémonos caer dentro del abismo que nos llama y no está mal a veces hacerle caso, pues de ahí venimos, para después flotar y flotar, con el corazón hinchado de voluntad, que a pesar de las desdichas de las torturas físicas y emocionales, del ayer o del mañana, flotar y flotar, flotar livianos como el sonido de una trompeta...